La Virgen de la Sierra regresa a su santuario tras una intensa subida

Miles de personas despidieron a la Patrona que partió a primeras horas de la mañana

CABRA, 06/10/2019

La Virgen de la Sierra, en la Vía Verde, antes de iniciar su subida (FOTO: Manuel González Durán)

Como cada año, se cumplió el ciclo natural que marca la tradición egabrense. El pueblo entero madrugó para despedir a su Patrona, María Santísima de la Sierra, que tras algo más de un mes de estancia en la ciudad retornó a su santuario, en el picacho de la Sierra de Cabra, puerta del Parque Natural de las Sierras Subbéticas.

Culmen de un fin de semana de nostalgia y despedidas. Así se respiraba en el ambiente, y así se demostró desde el viernes cuando miles de personas, sobre todo las más mayores, fueron desfilando por las naves de la parroquia de la Asunción y Ángeles para disfrutar de las últimas horas de presencia de la Virgen en la localidad, entre los suyos.

Digno de mención fue el solemne rosario de despedida, armonizado por el Centro Filarmónico Egabrense, que en la noche del sábado consiguió un año más congregar a una multitud en torno a la Patrona, ya en sus andas de viaje, preparada para la partida. Posteriormente, la Banda de Música de Cabra ofreció su tradicional concierto en honor de la Divina Serrana en el exterior del templo.

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Aunque, sin duda, la madrugada del domingo continuó siendo el punto álgido del adiós anual a la Señora. Desde las deis de la mañana, las campanas de la torre de la asunción anunciaban la marcha de la comitiva. Los hombres comandados por Vicente Arroyo, a buen ritmo, fueron recorriendo el itinerario habitual por el casco urbano buscando la Barriada que lleva el nombre de la Virgen. Allí, el tenor Antonio Roldán Molina interpretó la Salve Popular, seguida por miles de devotos emocionados ante los últimos instantes de la Patrona en el municipio.

Acto seguido, se reanudó la marcha hasta la Vía Verde, donde se extendieron los tradicionales cordeles que hacen de tracción en la subida por los escarpados caminos de la serranía. En torno a las 8.30 horas, se inició el ascenso, a un ritmo vertiginoso, concluyendo sobre las 11.00 horas, cuando, entre sudor y lágrimas, los costaleros posaron a la Virgen en su altar. 

En el imaginario egabrense acaba un año, pero arranca el siguiente dando carpetazo a un verano que en estos lares se alarga hasta que la Virgen retorna a su casa. Un gran vacío a la espera de un nuevo septiembre. 

La bandera revuelta ante la Virgen en la Barriada (FOTO: Manuel González Durán)