La bajada de la Virgen de la Sierra aglutina un año más en Cabra a miles de devotos de toda la comarca

La Virgen de la Sierra en su bajada, esta tarde (FOTO: cedida)
photo_camera La Virgen de la Sierra en su bajada, esta tarde (FOTO: cedida)

El calor vuelve a ser el protagonista de una jornada de devoción y alegría en torno a la patrona egabrense

CABRA, 04/09/2018

La Virgen de la Sierra en su bajada, esta tarde (FOTO: cedida) La Virgen de la Sierra en su bajada, esta tarde (FOTO: cedida)[/caption]

Las tradiciones de los pueblos van impresas en el tuétano de sus habitantes. Y si a ello sumamos el plano devocional, no debería resultar extraño que las fiestas más arraigadas de la provincia continúen moviendo a las masas ávidas de reencontrarse con su esencia, identidad y autenticidad. Es el caso de Cabra, que hoy martes volvió a escribir una nueva página en su particular historia de amor con la Virgen de la Sierra, patrona y alcaldesa perpetua, que regresó tras un año en su santuario de la serranía egabrense -como manda la costumbre- hasta la localidad dando así inicio a la Feria y Fiestas que se organizan en su honor.

Jornada de reencuentros, recuerdos y nostalgia, para muchos, que contrasta con la alegría de la juventud que observa en esta celebración la exuberancia de una jornadas festivas previas al arranque del nuevo curso. Desde bien temprano, las calles del centro fueron escenario de la tensa calma que se respira en las horas previas al gran momento: ‘el cuatro, a las cuatro’. Es ahí, cuando todo se desborda, justo con la salida de las andas plateadas de la imagen por el cancel de piedra de su ermita. Tras una maniobra imposible comandada por su cuadrillero, Vicente Arroyo, los costaleros elevaron a la patrona al cielo entre repicar de campanas y aplausos y vítores emocionados de los centenares de romeros que, apiñados, aguardan cada año -como si de una liturgia se tratase- este momento tan señalado para cualquier egabrense.

La Virgen lucía un antiguo manto de tisú de oro, plata y sedas de colores donado en 1768 por los condes de Peñalba, que entre otras muchas ocasiones vistió hace cuarenta años en la primera bajada tras su restauración a manos del imaginero cordobés, Miguel Arjona. Una efeméride que ha venido marcando la actividad de la Real Archicofradía durante todo este año y que también lo hará con la extenuante agenda de actos y cultos en honor de la patrona durante su estancia en el pueblo, hasta que retorne al santuario el próximo domingo siete de octubre.

Flanqueada por cuatro imponentes piñas de nardos, cuya oscilación provocada por el paso acelerado de los costaleros otorga una gran plasticidad, la comitiva partió del picacho dejando la carretera para introducirse en el camino que conduce a Cabra. Tierra, polvo y piedras que los peregrinos asumieron con resignación y buen ánimo pese al calor que imperó durante toda la tarde, con máximas que superaron holgadamente los 30 grados pero que, en contraste con años anteriores, parecieron benévolas.

La patrona de Cabra en la Casilla de la Salve (FOTO: cedida) La patrona de Cabra en la Casilla de la Salve (FOTO: cedida)[/caption]

Fueron quedando atrás enclaves marcados en el discurrir de la patrona, año tras año, como el cortijo de La Viñuela, el paraje de Los Colchones, o la Casilla de La Salve. Uno de los puntos, sin duda, más emotivos del recorrido puesto que allí se interpreta esta oración colectiva, en forma de canto. Lágrimas en los rostros de las decenas de mujeres que en este lugar portan, en exclusiva, las andas y que pugnan por acceder a los varales para, al menos por unos minutos, sentir la carga de la venerada imagen.

Tras ello, el multitudinario cortejo volvió a fluir camino abajo para alcanzar el antiguo paso a nivel, hoy reconvertido en Vía Verde, pasados unos minutos de las siete de la tarde. Allí, como siempre, el templete plateado de la Virgen se volvió hacia el hospital Infanta Margarita desde donde, asomados por las ventanas de una de sus alas, los enfermos ingresados en el centro batían sábanas y saludaban a la patrona rogando una pronta recuperación.

Justo cuando los romeros se mezclan con el público en los depósitos de agua, el paso se ralentizó como queriendo disfrutar de los últimos momentos de esta bajada. El ronco sonido del tambor y los cuatro colores de la bandera sobrevolando las cabezas de los devotos, pusieron el matiz de la excelencia a momentos de verdadera pasión en torno a la Virgen de la Sierra, que se refugió, como de costumbre, en la Parroquia de San Francisco y San Rodrigo, desde donde esta noche partirá para hacer su entrada triunfal por los arcos de la antigua calle Baena, siendo recibida por las autoridades y el clero. Se espera que, en torno a la medianoche, la patrona llegue a la Parroquia de la Asunción y Ángeles donde aguardará la visita de fieles de toda la comarca hasta el próximo mes de octubre.